jueves, 6 de octubre de 2011

SEMANA 9

INFORME ESCRITO


"Dime qué escuchas y te diré quién eres"
Se sabe que los jóvenes construyen su identidad con el vestuario, el peinado, el lenguaje, así como también con la apropiación de ciertos objetos emblemáticos, en este caso, los bienes musicales, mediante los cuales, se convierten en sujetos culturales, de acuerdo con la manera que tienen de entender el mundo, y de vivirlo, de identificarse y diferenciarse. Los jóvenes se constituyen en grupo. Los amigos son el núcleo donde se generan los patrones de conducta que se le propone seguir al adolescente. El deseo de ser independiente de la familia lo va a suplir con la dependencia de un grupo. Allí se escogerán los significados sociales que atribuyen a los bienes culturales que consumen. El consumo cultural los identifica y los cohesiona, les dicta patrones de conducta, códigos, formas de aprendizaje, inclusive su lenguaje se arraiga en los objetos que consumen. En definitiva, se establece un sistema de creencias. Los miembros del grupo actúan siguiendo estas creencias. En los grupos en los cuales, el elemento de cohesión, es la música, las creencias se generan a partir de ella. Ella es la que determina la forma de vestirse, de peinarse, de moverse, la forma de hablar. Este conjunto de creencias construye la identidad de ese grupo de pertenencia. No es casualidad que la población más joven, aquella que inicia sus propios procesos de conformación de identidad, sea la que muestra mayor nivel de compra de material discográfico, porque les es preciso poseer una serie de bienes culturales para formar parte de la comunidad cultural. Ahora, ¿qué es lo que lleva a los individuos a adoptar estas creencias en común? ¿Cuál es la amenaza a la que se ven enfrentados, y que resulta en este "acuerdo" de creencias? Quizás sea la intención de ser alguien en esta sociedad de masas. En un mundo que tiende a la homogeneidad extrema, la música parece ser el última salida donde mostrar una diferencia. Ser original, independiente o rebelde, e ir contra la corriente. Quizás sea buscar una identidad diferente a la de sus padres, o quizás, solo ocupar el tiempo libre, o ahogar el sentimiento de soledad, y encontrar un grupo de personas en el que ampararse ante las exigencias del sistema. El hecho es que una de las actividades que más realizan los adolescentes es escuchar música. La música une a individuos de puntos muy diferentes de la sociedad. Desde un neo hippie belga con un anillo en la nariz, hasta un breakdancer de Tokio, con trenzas rasta y vaqueros anchos. Personas que no se encuentran próximas en el espacio social, pueden de esta manera, encontrarse e interactuar, por lo menos brevemente, teniendo algo en común. La música es a la vez, estilo de vida, vínculo social y fuerza espiritual. Orienta a los jóvenes en su búsqueda de autonomía y les brinda un medio de expresión.
Esto no es ignorado por las compañías discográficas, que tienen bien en claro su mercado, particularmente juvenil. Este tipo de industria ha aprendido que la pertenencia a la nueva comunidad de valores culturales pasa necesariamente por la posesión, conocimiento y dominio de bienes simbólicos específicos, uno de los cuales gira alrededor de la música y sus productos.
Por lo tanto, la música tiene un aspecto sociológico. Ella es parte de la superestructura cultural, producto de las clases sociales, pero también de los medios de producción. La sociedad genera la música como su producto cultural. A su vez, ese producto modifica a la sociedad misma, porque la agrupa de diferentes maneras, genera grupos de pertenencia, produce alienación, implanta valores, ideales, los difunde, genera modelos e ídolos, inserta nuevos actores sociales, se generan nuevas creencias, todo con la consecuente re significación de la música, formándose un ciclo de constante re significación.
La música es un método para expresar lo que estamos sintiendo y algunas consiguen vincularse a algún grupo el cual sus reglas, sus actitudes, su hablar y hasta su forma de vestir varia por la música, muchas veces por medio de la música expresamos lo que queremos decir sentir y como estamos internamente.

UNA NOCHE LLENA DE SUSTOS

Autor: Jones Chris
Categoría: cine y animación
Duración: 7.00 minutos
Titulo de la obra: The Passenger
Subido por: chrisjonestube.
Erase un día oscuro y frio empezaban a caer gotas… iba un hombre caminando por aquel anden solo y tranquilo esto le ayudaba a concentrarse en un libro que le interesaba leer. Al darse cuenta que se acercaba un gran aguacero decidió sacar la sombrilla cual fue su sorpresa que por el lugar en el que iba pasando había una cerca y detrás de esa cerca se asomo un perro ladrándole tratando de atacarlo tanto fue su susto y su desconcierto que cuando llego el bus solo pensó en subirse de inmediato.
En el bus se encontraba sentado con un particular pasajero un PESCADO el cual tenia una apariencia muy tierna y tranquilo a nuestro personaje le causo curiosidad pero estaba tan concentrado en terminar de el su libro y para no tener distracción empezó a escuchar música pero lo que no se daba cuenta es que casa vez que escuchaba música el pescado se transformaba en un mostro pasaron varias veces de poner y quitar la música y cada ves que empezaba a sonar el pescado se transformaba en una de esas transformaciones nuestro personaje se dio cuenta y del susto empezó a pegarle con la sombrilla  empezaron a pelear y en esos momentos se desconecto la música  y el se dio cuenta lo que pasaba cuando dejaba de sonar la música entonces tubo una gran idea de llevar al tierno pescadito  a donde el perro que lo asustaba y ponerle música, ustedes se imaginaran cual fue el final.

Mi punto de vista de esta historia es que algunas personas nos engañan con su apariencia y son muy diferentes a lo que físicamente demuestran.

No hay comentarios:

Publicar un comentario